Por: Ricardo Enriquez Duarte                                                                                                                                              Founder & CEO, Gift Group

 

No era un término que yo seguía con tanta convicción hasta cuando empecé mi carrera y la vida me enseñó que no hay mejor forma de abrirse puertas, que el ser humilde con las personas, con honestidad y desde el corazón. La gente lo agradecerá y sin ser explícito, se coloca la primera piedra de confianza entre uno mismo y los demás.

Recuerdo exactamente el momento cuando teníamos que decidir si promoveríamos o no a un Millennial muy talentoso, a su primer rol como líder. Había debate y discusión entre el CEO, su director de área y un servidor como cabeza de Recursos Humanos. Este alto potencial era brillante, pero con un nivel de arrogancia increíble; no saludaba, no veía a los ojos a sus pares ni colaboradores en general, su lenguaje corporal con los demás era muy hermético, sin embargo, con su jefe, con un servidor y con el CEO, era otra persona; sonriente, amigable, nos invitaba a reuniones, eventos, cenas, etc., parecía ser un colaborador con alta capacidad de relacionarse con los demás, pero era aparente. ¿Se te viene algún nombre a la cabeza? ¿O varios nombres?

Es importante mencionar que la mayoría de los ejecutivos nos damos cuenta de la sinceridad e intenciones de las personas y muchas veces aceptamos estar cerca de los colaboradores para conocerlos, entenderlos y saber cuál es el nivel de confianza que podemos construir con ellos…

La discusión era compleja porque realmente lo necesitábamos en una posición mayor, aunque mi reto era abrirle los ojos a mi Director General y mi par, sobre el problema que este talento tenía con las personas. Al final, no lo promovimos. Recabamos más información que nos ayudó a tomar esta decisión y apoyar al colaborador con un plan de mejora específico.

Hay un alto grado de certeza al decir que los Millennials como este joven talentoso, nos caracterizamos por manejar inadecuadamente el concepto de humildad; por ser individualistas, querer sobresalir a cuesta de cualquier cosa, ser reconocidos o escuchados en todo momento, así como obtener puestos de liderazgo sin haber adquirido experiencia, o simplemente, por no saber cómo pedir las cosas. No todos, pero sí un gran número, debemos reconocerlo.

El problema es que no todos hemos tenido un aprendizaje de vida o alguien que nos ayude a quitar ese punto ciego. Este joven ejecutivo tenía una gran “venda en los ojos” y nuestro rol como líderes fue apoyarle a quitársela.

Admiro a Jim Collins quien creó su teoría llamada Liderazgo número 5, con estudios reales al investigar ejecutivos de todo el mundo, cabezas de organizaciones que lograban el éxito en sus organizaciones y en sus vidas. Él quiso saber cuál era la fórmula. Cada nivel (del 1 al 5) representa características que identificaron a los ejecutivos evaluados, no todos llegaron al máximo nivel, que es el 5. Llegar a nivel 4 por ejemplo (más allá de los primeros niveles que enfatizan la capacidad del individuo, su contribución y/o trabajo en equipo), expresa que el líder transmite la visión, logra que la gente se motive y excedan juntos su meta. Suena interesante, fuerte, sin embargo, el nivel 5, MUY pocos, pero MUY POCOS según Collins – y me consta- lo poseen; su característica principal es la humildad y buscar hacer el bien.

Que increíble es cuando conoces a estos grandes líderes, únicos, humanos, que admiras y aprendes de ellos y con ellos, siempre están ahí para extender su mano a cualquier persona y reconocer que aún tienen mucho que aprender.

He visto caer muchos ejecutivos o topar sus carreras -tarde o temprano-, como el joven que no promovimos, solamente por la falta de humildad, por la arrogancia de sus ideales, por no querer aprender más o por el trato que muestran hacia los demás.

La gente siempre es primero. El tratar a otros con respeto, con una sonrisa sincera en todo momento y apoyándolos cuando sean seres humanos con buenas intenciones, te permitirá tocar su corazón, transformarlos y alcanzar muchas metas, sin tener que pasar por los demás. Escomo algo mágico.